06 agosto, 2008

De Viaje


Alguna Ventaja debe tener poder viajar, para que tantas personas pongan empeño en salir de viaje.
La principal ventaja para mí es la de conocer sitios nuevos, lugares que de otra forma me iba a quedar sin saborear.

Cuando hablamos de efectuar un viaje, es frecuente asociarlo con 'irnos lejos', con salir del entorno donde nos movemos con frecuencia, de 'cambiar de aires', cuando casi sin darnos cuenta, nos estamos perdiendo (con frecuencia) casi los mejores viajes, los que son cerquita, los que te permiten regresar para cenar.

Con tanta frecuencia como puedo, acostumbro buscar sitios por conocer, dejar un poco de lado el camino que sigo casi cada día para ir de aquí para allá.
Este pequeño hábito me ha dado bastantes sorpresas, alegrías, y si, vale, algún sustillo también :-)

Hace poco, gracias a esa costumbre de, en ocasiones, hacer las cosas casi al revés, además de poder saborear uno de los platos exquisitos que nos brindan estas islas, morena frita, pude reírme por un rato de un@s amig@s.
(Vale, me estaba riendo con ell@s, pero de ell@s, por supuesto :-) ·

·A pesar de que est@s amig@s llevan años 'veraneando' en la misma Isla, a pesar de que era la primera vez yo iba, tuve la suerte de mostrarles un Bar chiquito que todavía no conocían. Y eso, al tiempo que lo disfrutaba, a est@s amig@s les fastidio un poquito :-) lo suficiente como para decirme "Sió Jodí*, llevas dos días y ya nos traes a un sitio que no conocíamos".

En una de esas noches que no me apetecía para nada quedarme a dormir, ni me apetecía coger la carretera que en esos días ya había recorrido un par de veces.
En una de esas noches, mientras hablaba con gente del lugar, mientras aprendía acerca de como trabajan, y sobre todo, como lo hacen me invitan a tomar una cerveza, un café, a seguir 'platicando', pero en ves de estar de pié, en medio de ninguna parte, me dicen de acercarnos hasta el bar y seguir, si hace falta, casi casi hasta el amanecer.

Caminamos un poco entre las casas 'terreras', casi a orillas del mar, y llegamos a lo que es uno de los bares más curiosos que he visto. En lo que debía ser el garaje de la vivienda, habían preparado la cocina, la barra del bar y un par de mesas. El resto, estaba dentro de lo que parecía ser un solar sin trabajar. Aquí, unas cuantas mesas más, varias sillas, creo poder asegurar que no había ninguna repetida, ni mesas ni sillas :-)

Al acercarme a la barra del bar, me fijé en la carta, con las tapas que servían.
La carta, un folio doblado por la mitad, 'cogido' con clips, de esos metálicos, de los de toda la vida, a un trozo de cartón, para darle un poco de consistencia, para que no saliera volando con la suave brisa que de forma permanente te recuerda que estás en un pueblo marinero, que a 'tiro de piedra', o a "lance de caña", te puedes dar un baño.

En este bar, día sí y día tambien sirven pescaito fresco; lapas con frecuencia; pulpos casi todos los días, y además morena frita, plato exquisito donde los haya.

Si, me encanta viajar, pero además de sitios lejanos, adoro, cuando estoy por ahí, dejar el camino, entrar por veredas, pararme a hablar con quien encuentro, y sí, algún que otro sustillo me he llevado, y los que me quedan, porque les aseguro, que este hábito, el de viajar, no lo cambio por "casi ná".

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