10 agosto, 2008

Sorpresas


Sorpresas como la que me han dado hoy, merece la pena recibirlas casi toitos los días.

Recuerdan la canción de Ruben Blades "Pedro Navaja", que en su estribillo dice:
" La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida"
y así llevo parte de la semana.

A mediados de semana, al mediodía, recibo una invitación a tomar café, con tan poca suerte, aparentemente, que no pude acudir. Con lo liado que estaba en ese momento, y con la pena que me dío no saberlo de antemano, no estar cerca, no poder buscar la forma de acudir, me quedé pendiente del trabajo, sin tener el detalle de responder diciendo que no iba a poder saborear ese café.

Sabía que hay quien puede llegar a ser casi más decidid@ que yo, porque "Haberl@, Hayl@s"·

·Además de la invitación al café, me sorprendió la determinación de quien después de todo este tiempo, busco la ocasión de acercarse un poco, casi dejarse ver, y viendo que no iba a poder tomar café, Llamarme para Saludar, y recordarme que ese café sigue en el aire, que de todas todas nos lo vamos a tomar, antes o después.

Con gente así, con esa determinación, la verdad, merece la pena tener el hábito de tomar café.

Hoy, tempranito, sin llegar a despertarme, pero si lo suficiente para tener que responder a la llamada sin lavarme la cara, con las legañas puestas todavía, me dicen que vale que me guste el café, que tenga la suerte de que además de que me regalen buen café, en unas cuantas ocasiones, además me regalan el molinillo (ya van dos), y el hornillo o cocinilla de gas, me la hayan regalado también.

Después de reconocer la voz, de mirar el reloj, de comprobar en el calendario que día es, llego a la conclusión de que no soy ni de lejos, a quien único le gusta madrugar, coger la carretera casi antes de que la pongan de nuevo, llegar con la fresquita de la mañana, con la certeza de que el buchito de café está asegurado, o puede que también sea de l@s que antes de recogerse después de un día intenso, deciden saludar, molestar un poquillo, lo justito para que ese café que vienen a tomar sepa un poco más, si eso es posible.

Me dice que anda un poco just@ de tiempo, que el café de hoy tendrá que esperar, pero que por favor, no lo congele, que pierde parte de su sabor.
Me dice que si me acerco un momentito hasta la calle, me enseña un regalo, que tenía apalabrado, pero que hasta hace un par de horas no lo había recibido.

Viniendo esta frase de quien viene, me puedo imaginar casi cualquier cosa, incluso más.

Cierto que el aire fresquito de la mañana, al salir a la calle hizo que me despejara un poco, y puede que me ayudara a estar un poco más atento, más receptivo.
Al acercarme al coche, al bajar la ventanilla para saludarme, he intuido antes de verlo, que era lo que llevaba en el coche. Esperaba que ese 'detalle', que ya percibo antes de que me lo muestre, además de para disfrute propio, también sea para compartir.

Si, las sorpresas siguen mereciendo la pena.

Casi al tiempo del saludo de cortesía, con la mano izquierda, me muestra un cartucho de papel, de los de toda la vida, apenas lleno hasta la mitad. Sosteniéndolo con una mano por la parte de arriba, y con la otra mano, puesta en la parte inferior, como si temiera que se pudiera desfondar

Ya no puedo evitar empezar a sonreír, a mirarle casi casi de soslayo, a decirle solo con la mirada: "No me digas que en ese cartucho hay lo que estoy imaginando", "No me digas que ese cartucho, con su contenido es para mí", "No me digas ... "

No tuve necesidad de decirle nada más con la mirada, porque sin tiempo apenas, ya que el coche que estaba detrás, sin poder avanzar, le había indicado que tenía un poco de prisa, y no era cuestión de importunar, y menos a esas horas de la mañana. Sonríe un poco más todavía, solo me dice "Sí, es para ti", "Ya paso en otro momento y lo probamos".

Tan pronto como vío que había cogido el cartucho con el mismo mimo que él lo había tenido, hizo un gesto de agradecimiento a quien desde el coche que estaba detrás había esperado un poco, se despide con un "Nos vemos", y siguió casi casi como había llegado.

Llegar a la cocina, comprobar lo que ya sabía, lo que buena parte de mis cinco sentidos me estaban diciendo, era realidad.

Sacar el contenido del cartucho, pasarlo a un recipiente más adecuado, empezar a saborearlo, ahora también con la mirada, mentalmente imaginar la cara de satisfacción que debe estar teniendo quien casi me saca de la cama, quien ha encontrado la forma de sorprenderme, a pesar de saber que no es lo que más me gusta.

Si imaginan qué es la segunda sorpresa de esta semana.
Si imaginan lo que yo ya he dsifrutado, si quieren saborearlo, ya saben, como mínimo tienen dos opciones, pasen por casa y lo saboreamos, o avisen y les llevo un poquito, para que además de para mi, quede para repartir.

Además, pueden decirme en los comentarios, con que creen que me pueden haber sorprendido este sábado.
Si aciertan, y no han hecho trampa, lo tendré en cuenta cuando pasen por casa, cuando se dejen ver :-)
·

No hay comentarios: